La
Ruta
de la Seda fue
una red de rutas comerciales organizadas a partir del negocio de la seda china
desde el siglo I A.C., que se extendía
por todo el continente asiático, conectando a China con Mongolia, el
subcontinente indio, Persia, Arabia, Siria, Turquía, Europa y África.
La
Ruta
de la Seda no
era una sola ruta, sino diversas rutas que comenzaban en la ciudad de Chang'an
(actualmente Xi'an) en China, pasando entre otras por Karakorum (Mongolia), el
Paso de Khunjerab (China/Pakistán), Susa (Persia), el Valle de Fergana
(Tayikistán), Samarcanda (Uzbekistán), Taxila (Pakistán), Antioquía en Siria,
Alejandría (Egipto), Kazán (Rusia) y Constantinopla (actualmente Estambul,
Turquía) a las puertas de Europa, llegando hasta los reinos hispánicos en el
siglo XV, en los confines de Europa y a Somalia y Etiopía en África oriental.

La ruta que he elegido hacer tiene más de 22.000
kilómetros desde Estambul (Turquía) hasta Pekin (China), pasando por 10 países:
Turquía, Georgia, Azerbaiyán, Armenia, Irán, Kazagistán, Uzbekistán,
Tayikistán, Kyrgyzstan y China.
El único tramo que me he saltado ha sido Turkmenistán, ya que los problemas para obtener un visado de tránsito como viajero independiente, que va viajando por tierra y sin vuelos, actualmente en ese pais son muy importantes, de modo que lo dejé para otra ocasión.
En este camino he visitado ciudades, parques naturales
y parajes tan emblemáticos como Estambul, Éfeso, Capadocia, el Cáucaso,
Isfahan, Mashad, el Mar de Aral, Bujara, Samarkanda, el Corredor
de Wakhan, el lago Issik Kul, las cordilleras del Pamir y el Tian Shan, los
pasos de Irkeshtam y Khunjerab, Kasghar, lago Karakul, el desierto del
Taklamaklan, Turpan, Urumqi, Dunhuang, las grutas de Mogao, la Gran Muralla China,
el ejército de Terracota y para terminar la Ciudad Prohibida de Pekin.
Es un viaje cultural, antropológico,
gastronómico y de naturaleza, en el se mimetizan culturas tan diferentes como
la cristiana, musulmana, persa, budista, etc., y con religiones como el
catolicismo cristiano, los islamismos suníes (o sunitas) y chiíes (o shiitas), el
zoroastrianismo, budismo, taoísmo, confucianismo y la religión tradicional
china.
Las comidas han sido de lo más variopintas
desde dolma, pide, baklava y gözlemes de espinacas y queso de Turquía, köfte, khachapuri,
khinkali, lobio, dushbara, kufta bozbash, dogramach del Cácuaso, kanafeh, dzhash,
byoreks, kashke bademjan, abgusht, kabab koobideh, fesenyán de Irán, plov, polav,
khordah, gox nan, naan de Asia Central y kawap, da pan ji, laghman, liang mian,
polu y samsa de China occidental y central; por mencionar solo algunos de los
platos que he encontrado en la ruta.
Y en cuanto a las bebidas algo parecido
entre Ayran, boza, raki, tés hechos de formas muy diferentes en los distintos
paises, vinos del cáucaso, Chacha, Lagidze waters (gaseosa georgiana), coñac de
Armenia, vodka de Asia Central y vasos de agua caliente como suelen hacer los
chinos en sus comidas con bastante frecuencia, además de su multitud de cervezas y
licores extraños.
Es un viaje que ha requerido adaptarse al ritmo
que cada país marca a lo largo del camino, ya que los hay de condición y
costumbres bastante diferentes. La salida desded Estambul fue el día 6 de Mayo de 2016 y la salida desde Peking a España el 6 de Noviembre de 2016.
Un
poco de Historia
A pesar de que el Barón von Richthofen
bautizara, en 1870, a
esta red comercial como Ruta de la Seda, es importante aclarar
que la seda no era el único bien que se comerciaba a lo largo y ancho de la
misma. China importaba, principalmente, oro, plata, piedras preciosas, marfil,
cristal, perfumes, tintes y otros textiles provenientes de Europa y de los
reinos por donde transitaba la ruta y de otros aledaños que tenían sus propias
rutas comerciales que engarzaban, en algún punto, con la misma Ruta de la Seda. El Imperio del
Centro (China) exportaba mayormente seda, pieles, cerámica, porcelana,
especias, jade, bronce, laca y hierro.
No era común que los comerciantes
atravesaran la Ruta
de la Seda en
todo su largo y ancho. Los mercaderes intentaban buscar el mejor precio a
través de los mercados de su propio territorio o aventurándose en las fronteras
de otros países, donde vendían sus mercancías, y los compradores, a su vez,
extendían los bienes por su propio reino, o llevándolos a las fronteras de los
más próximos en busca de mejores beneficios. Este canje, obedeciendo a leyes de
mercado, hacía llegar las mercancías y bienes desde Chang'an (actual Xi'an)
hasta Antioquía, en Siria, y de allí hasta Constantinopla, donde esperaban los navíos
venecianos que llevarían esta inmensa cantidad de bienes y riqueza, no sólo
proveniente de China, sino también de todos los países asiáticos y
medio-orientales.
El eje Roma-Chang'an marcaba el principio y
el final de una gran cadena de intercambios, cuyos eslabones enlazaban a
territorios que hoy corresponden a Turquía con Siria, a Irak con Persia, al
Cáucaso con las fronteras de la
India y China; y cuyos centros comerciales, en los que se
realizaban las últimas y las primeras transacciones, dependiendo si se avanzaba
hacia Changan o hacia el Caspio, eran las ciudades próximas al valle de Fergana
(Bukhara, Khiva y Samarcanda) o las situadas en el inhóspito desierto de
Takla-Makan, cuyos oasis eran bien conocidos por los conductores de las
caravanas; especialmente los de las ciudades de Tashkurgán, Kashgar, Yarkand y
Jotán en las que, por imperativos del clima, estaban obligadas a detenerse
durante un período de tiempo siempre incierto hasta alcanzar el límite oeste de
la verdadera China de entonces: la
Puerta de Loulan.
Comerciantes en la ruta.
Kashgar (la actual Kashi, en China), punto
de encuentro de las caravanas procedentes de la India, Afganistán,
Tayikistán y Kirguisistán, era el otro extremo de la Ruta de la Seda en el territorio chino
y, por tanto, el primer encuentro directo para las mercancías, las ideas y las
religiones entre China, Occidente y el sur de Asia. La ciudad de Yarkand,
visitada por Marco Polo en dos ocasiones (en 1271 y en 1275), sigue siendo uno
de los enclaves comerciales más importantes de la región autónoma de Xinjiang y
uno de los centros musulmanes de mayor importancia en la República Popular
China.
Por la Ruta de la Seda no circulaban solamente mercaderes con
bienes de todos los reinos, sino también asaltadores, ladrones y pilluelos, por
lo que los caminos no eran totalmente seguros. Así, lo peor que les podía
pasar, era que por aquellos desfiladeros y glaciares se despeñara un camello,
perdieran al animal y a su preciada carga, y además su estiércol, que
utilizaban como combustible. Y aún era peor si el camello perdido transportaba
comestibles. Casi en el 80 % de la
Ruta no hay árboles; solo hielo, nieve y glaciares. Algunas
caravanas no llegaron nunca a su destino. Unas eran asaltadas por bandas
feroces de asesinos, que para hacerse con las mercancías no dudaban en matar, y
otras veces, morían los caravaneros víctimas de accidentes o enfermedades. En
cada localidad que paraban para descansar, debían proveerse de comida para un
mes, por lo menos. No es de extrañar, que Plinio el Viejo dijese que la seda
china era muy cara (“gastos inmensos”).
La
Ruta
de la Seda
también fue una vía por la que el budismo se extendió por toda Asia. Misioneros
budistas de la India
llevaron las enseñanzas del Buda desde la India a Taxila, de Taxila al Tíbet, del Tíbet a
Dunhuang, donde penetró en China. Los conocimientos más avanzados de la época,
propios de las Universidades Budistas de Nalanda, Vikramasila, Odantapuri,
Vilabhi y Ratnagiri, entre otras, circularon asimismo de un país a otro junto con
los peregrinos, monjes, maestros y discípulos que viajaban en busca de
conocimientos o a llevar sabiduría a los monasterios del Tíbet, de Dunghuang o
al complejo de monasterios en las Grutas de Mogao, en China. Igualmente, monjes
de todos los países iban de peregrinaje a la India en misiones para encontrar manuscritos y
textos budistas originales para traducirlos a las lenguas vernáculas de sus
propias regiones y traer conocimientos nuevos en los campos de la filosofía
budista, la medicina o la astronomía.
Paralelamente a los monjes budistas, también
recorrieron esta ruta hacia el siglo V los monjes y misioneros cristianos
nestorianos, quienes fundaron varias misiones en el trayecto logrando un
especial éxito entre los mongoles Khitan, e incluso una misión en la capital
occidental de la China,
la ya citada Xi'an (estela de Singanfu), y los misioneros maniqueos que
convirtieron a los turcos uigures de Turfán.
Más tarde, con el apogeo del Islam bajo la Dinastía Omeya
(661-750), que quería controlar las más importantes líneas comerciales a China,
tomó la mitad occidental de la
Ruta de la Seda,
y esta se vio interrumpida, ahogando el comercio de otras naciones con precios
elevados y altas tasas. Este fue el principio del fin.
El aspecto más importante del entramado
comercial de esta ruta es el papel de intermediarios que ejercían los
comerciantes islámicos. Éstos, conscientes de los beneficios económicos que
dejaba este trasiego comercial, no permitieron la entrada de comerciantes
europeos o asiáticos en la ruta, convirtiéndose en los elementos que hacían
funcionar el sistema. Las caravanas procedentes de Siria y Mesopotamia cruzaban
todo el continente asiático para adquirir -a bajo precio- los productos que
después venderían -a precios desorbitados- a los comerciantes o intermediarios
europeos. Para ello, las caravanas hacían uso de una red de albergues llamados
caravansarays para pernoctar, protegerse y proveerse.
Para el mundo islámico, la Ruta supuso una excelente
fuente de ingresos que se convirtió en la base de su economía. Para Europa, una
sangría económica irrenunciable (los productos eran insustituibles). Como
respuesta a este hecho, Europa se lanzó a buscar nuevas rutas marítimas,
originando la era de los descubrimientos.
En junio de 2014, la Unesco eligió un tramo de la Ruta de la Seda como Patrimonio de la Humanidad con la denominación:
“Rutas de la Seda:
Red viaria de la ruta del corredor Chang’an-Tian-shan”. Este sitio abarca un
tramo de 5000
kilómetros de la gran red viaria de las Rutas de la Seda que va desde la zona
central de China hasta la región de Zhetysu, situada en el Asia Central,
incluyendo 33 nuevos sitios en China, Kazajistán y Kirguistán.